Veo mil ventanas, quizá más, pero para todas y cada una de ellas me he vuelto invisible. Tus ojos miran a través de las cortinas. Tus ojos miran a través de los cristales empañados. Tus ojos recorren la calle oscura. Tus ojos vagan por el bosque helado, por las nieves del Kilimanjaro. Tus ojos miran a través de curvas universales. Tus ojos ….
Tus ojos desolados buscan a través de vapores de sodio a aquella que jamás frena su marcha. Muchas personas podrían perfectamente haber susurrado en tu oído, sin embargo nunca la única a quien tanto te gustaría escuchar. Otras muchas podrían perfectamente haber observado tu mirada, sin embargo nunca la única que tanto te honraría con la suya. Muchas otras podrían perfectamente haber tocado tu piel pálida, sin embargo nunca la única que tanto te honraría con su delicado tacto.
Una risa amarga y distante resuena en el ambiente. Llueve, un triste grado separa lo que es lluvia de la nieve. Un frío intenso más allá del contorno de mi abrigo. Un frío intenso más allá de mi sombrero. Mis dedos estarían morados de frío de no haberse recogido, dos puños dentro de los bolsillos. Me siento aún más vieja. Débiles ecos de ladridos, banda sonora para consideraciones en solitario. Conozco el calor fantasmal de tu persona tras un millar de ventanas a media luz.
Tus ojos miran a través de unas cortinas que suavemente apartas, cual fragante cámara lenta. Una fragancia, un falso recuerdo de tus aromas de almizcle, de jabones de hierbas, lociones y ungüentos revolotean por un instante y se desvanecen, disipados todos por una repentina risa lejana y maliciosa que escucho en mi cabeza y que dice: “¡Qué lamentable espécimen! ¡En qué estado tan lamentable se encuentra!” Es justo entonces cuando soy bendecido con un parpadeo. Un parpadeo construido sobre las ruinas de mi imaginación. Las ruinas de mi imaginación sustentadas sobre las ruinas de mi memoria.
Querida mía, jamás estuviste aquí, pero el pestañeo de tus párpados sacudió los precarios cimientos de mi invisibilidad. Sigo quieta. De pie, tambaleante, sobre las ruinas de mi imaginación.
Fotografía “REVERIES XI y FLESHTIME” y Texto © David F. Brandon, 2015